viernes, 4 de julio de 2014

¿Realmente estamos influenciados por Estados Unidos?

Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios,el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla,
e instituir un nuevo gobierno que base sus cimientos en dichos principios
Thomas Jefferson.  Declaración de Independencia. 4 de julio de 1776

Hoy es 4 de julio.  Un nuevo aniversario de la Declaración de Independencia de las 13 colonias británicas de ultramar, que hoy conocemos como los Estados Unidos de América.  Esa revolución, basada en el principio de que todos los hombres tienen derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda (aunque yo prefiero el término persecución) de la felicidad y que sentó las bases de la sociedad abierta y del capitalismo.

Desde niño siempre sentí una especial fascinación por los Estados Unidos.  A pesar de que la primera vez que lo visité fue ya de adulto, fue gracias a la pequeña ventana de la televisión y los pocos programas que llegaban a Venezuela en esa época, que podía ver el resultado material de su desarrollo. Luego, de joven, durante el liceo y la universidad, encontraba compañeros que expresaban un odio irracional contra ese país, algo que no le encontraba explicación.

Los latinoamericanos tenemos una relación de amor-odio con los Estados Unidos.  Nos encanta sus ciudades, sus productos, pero, y como plantea Carlos Rangel en su clásico Del buen salvaje al buen revolucionario, sufrimos de una esquizofrenia tal que nos parece insoportable el éxito estadounidense y dentro de cada corazón latinoamericano existe la ambición secreta de "desafiar y romper" con los Estados Unidos.  Por eso tanto latinoamericano idolatra al sátrapa del Caribe, Fidel Castro.

En Venezuela, a la llegada de Chávez al poder, mucha gente decía que si este se desviaba "los gringos no lo dejarían".  Viviendo en República Dominicana escucho recurrentemente que "los gringos no dejarían que gobernara un Chávez en RD".  Tales planteamientos muestran la incoherencia latinoamericana, odiamos a los Estados Unidos, pero queremos su eterna protección contra nuestra propia idiotez.

También escucho recurrentemente que la influencia de los Estados Unidos en nuestros países de muy fuerte.  La gente compra por Internet, las clases dirigentes mandan a sus hijos a estudiar a Estados Unidos, se escucha por radio los últimos hits de la música, se ven los programas y películas producidas en ese Hollywood, se estudia inglés de todas las formas posibles (hasta llegar a la locura de mal hablar el castellano, pero hablar perfectamente el inglés), y por supuesto no se deja de viajar al menos a Disney y tomarse una foto con Mickey.  Y he ahí mi pregunta, ¿realmente estamos influenciados por los Estados Unidos? 

Leí una vez que las sociedades atrasadas copian sólo los aspectos superficiales de las sociedades avanzadas sin entender sus causas., y creo que es lo que sucede en Latinoamérica respecto de Estados Unidos.  Copiamos sus modas, sus patrones de consumo, incluso sus leyes y procedimientos, sin entender las bases sobre las que se fundan. Y lo peor es que, cuando nuestras sociedades se hacen insoportables (tal como Cuba y Venezuela), lo primero que hacemos es emigrar a Estados Unidos.  Pero allá nos seguimos comportando como en nuestros países (tal como se describe aquí) y, peor aún, queremos que los políticos gringos implementen las políticas redistribucionistas (y destructoras) de riqueza que tanto daño han hecho a nuestras sociedades.

Como le he leído recurrentemente al profesor Alberto Benegas Lynch (h), los Estados Unidos se han venido latinoamericanizando a pasos agigantados, y siento decirlo que este proceso se ha venido incrementando en la medida que la migración latinoamericana ha venido creciendo en ese país (sin dejar de lado el continuo crecimiento del poder del gobierno federal, irrespetando los principios de la Constitución). Estos inmigrantes, al no entender las bases sobre las que se fundaron los Estados Unidos (tengo conocidos que tienen años viviendo en USA, ya son ciudadanos, y jamás han leído, y mucho menos entendido, ni la Declaración de Independencia ni la Constitución), tampoco entienden los principios de la sociedad abierta y pretenden hacer de ese país otra Latinoamérica.  

Decía Carlos Rangel en un discurso que siempre comparto, que el poco tejido empresarial que se había desarrollado en Venezuela había sido gracias a la influencia y cercanía del mundo capitalista desarrollado.  Ojalá esa influencia fuera más amplia y entendiéramos e incorporáramos a nuestras sociedades los principios de individualidad, respeto y tolerancia, que son las bases morales de ese país.  Principios que nos permitan tener verdaderos empresarios (al estilo de Bill Gates, Steve Jobs o Sam Walton) generadores de riqueza y no capturadores de rentas y de mercados cautivos como Carlos Slim o Gustavo Cisneros.

Una alumna me preguntaba si yo creía que los Estados Unidos era un mejor país que Venezuela (apelando al nacionalismo), y mi respuesta fue un rotundo no.  No creo que sea un mejor país, pero si creo que el arreglo institucional que se tiene allá permite que la gente viva con mayor libertad y mayor bienestar material, y eso hace que mayormente sea una sociedad virtuosa.  Y eso es algo que quiero para mi propio país, un arreglo institucional que respete mi derecho (y el de cada venezolano) a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

Feliz 4 de julio... feliz día de la Independencia... over the land of the free, and the home of the brave




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