jueves, 19 de marzo de 2015

El Rugido del Ratón

Las relaciones entre los gobiernos de Venezuela y Estados Unidos nunca han estado más tensas. Ni en aquella ocasión cuando Hugo Chávez, en plena Asamblea General de las Naciones Unidas, se refirió a George W. Bush como el diablo y en su habitual tono irónico/jocoso refería que el podio todavía destilaba el olor a Azufre.  A pesar de esa retórica, el mejor aliado del gobierno de Hugo Chávez siempre fue el gobierno de Bush, ya que Estados Unidos jamás dejó de comprar el petróleo venezolano.  Gracias al incremento de ingresos por venta del petróleo le permitió a Chàvez consolidar sus planes populistas y financiar, dentro y fuera de Latinoamérica, incluso dentro de Estados Unidos, a todo movimiento socialista.

Ya hace casi ocho años que George W. Bush dejó la presidencia y ya dos años que Hugo Chávez murió.  Hoy es Obama quien se sienta en la Casa Blanca (y por suerte hasta 2016), y en Venezuela, Nicolás Maduro mantiene la dirección del régimen socialista (lamentablemente no se sabe hasta cuando).  Obama mas bien había sido blando, tal como habitualmente han sido los demócratas, con regímenes socialistas.  Anibal Romero, en un artículo publicado en el 2012, advertía cómo la oposición política venezolana, dada su indefensión ideológica (y su irrompible vinculación con el socialismo, ya advertía Carlos Rangel que en Venezuela ningún político estaba dispuesto a no pretender ser izquierdista) era incapaz de advertir las analogías (mas no identidades, aunque a veces Obama hace méritos) entre Obama y Chávez, y "se derriten ante los demócratas y olvidan por completo el hecho comprobado de que sólo los republicanos han estado y siguen dispuestos a darle aunque sea una manito a la causa de la libertad en Venezuela".

La evidencia de lavado de dinero, vínculos con el narcotráfico y el terrorismo islámico y la violación de derechos humanos, y la presión ejercida por representantes (republicanos) como Marco Rubio, ha hecho que el gobierno de Obama haya emitido una orden ejecutiva en donde señala a Venezuela como un peligro a su seguridad (no la sanciona, sólo la señala).

La respuesta de esperarse del régimen dirigido por Nicolás Maduro, y de acorde al pensamiento tercermundista/socialista con que este se identifica, fue señalar que el gobierno de Estados Unidos planificaba una invasión militar a Venezuela (porque quiere adueñarse de su petróleo).  Para contrarrestar esto, Maduro solicitó una ley habilitante "antiimperialista", que le da incluso el poder de declarar como traidor (y quien sabe el castigo que les tocará) a aquellos venezolanos que no estén en contra de la medida de la administración Obama (Diosdado Cabello ha dicho que "Venezolano que no defienda la patria es un traidor").  El fin de semana pasado se hicieron ejercicios militares para "demostrar" la capacidad armamentista de Venezuela (y luego sale el sátrapa cubano a decir que Venezuela tiene los mejores militares del continente).   El último episodio de este espectáculo "antiimperialista" fue la declaración de Nicolás Maduro: "Si nos obligan a tomar las armas acabaríamos con los EEUU".

Esta declaración me hizo recordar un artículo que leí en el 2007, publicado en la revista Respekt, escrito por Phillip Dimitrov.  En esa época me encontraba estudiando en República Checa, pero el artículo me lo envió una querida amiga.  Dimitrov recordaba la película "El Rugido del Ratón" de Peter Sellers.  En dicha película, ambientada en la época de la postguerra, los gobernantes y burócratas (todos interpretados por Peter Sellers) de un pequeño y medieval principado le declara la guerra a los Estados Unidos, con el fin de que cuando fueran derrotados, ellos pudieran disfrutar del Plan Marshall y así lograr la reconstrucción del país por parte del magnánimo Tío Sam.

Pero lamentablemente esto no es lo que busca el régimen de Nicolás Maduro.  Primero, y como decía Jean François Revel, el régimen venezolano es "en todas las circunstancias, de oficio, pase lo que pase y se trate de lo que se trate, es antiamericano".  Y aunque Cuba ha iniciado un acercamiento con su ancestral enemigo capitalista, quienes dirigen el régimen venezolano están anclados la idea de revivir el bipolarismo de la guerra fría.  Ya el gobierno de Chávez había buscado alianzas con China, Rusia, Iran e incluso Corea del Norte, bajo el discurso de "buscar un mundo multipolar" pero con la idea fija de intentar establecer un polo de poder, socialista por supuesto, a la hegemonía del capitalismo representada por los Estados Unidos.  El propio Dimitrov lo denunciaba en su artículo (para mi asombro, en esa época) que los tentáculos del régimen chavista habían llegado incluso a financiar a movimientos comunistas en los países de la antigua órbita soviética.

Debería ser motivo de risa las declaraciones de Maduro, pero al contrario, deben ser de preocupación.  UNASUR (foro del idiota latinoamericano fundado a instancias de Chávez) ha solicitado el levantamiento de sanciones contra Venezuela (cuando no ha habido sanciones contra el país, sino una declaración de peligro y congelamiento de bienes a funcionario corruptos del régimen venezolano).  Y de cara a la Cumbre de las Américas, el régimen venezolano buscará presionar más al gobierno de Obama.  Luego de la apertura Cuba-Estados Unidos, y el eventual levantamiento del embargo, pareciera que el régimen venezolano busca un embargo por parte del gobierno de Estados Unidos.

En la película de Peter Sellers, al final, el pequeño país inesperadamente ganó su guerra emprendida en contra de los Estados Unidos.  O fueron los burócratas del Departamento de Estado quienes "aceptaron la derrota".  Quién sabe si el régimen de Maduro termina ganando esa guerra.