jueves, 16 de octubre de 2008

¿Estamos Perdidos?

“La dictadura en ningún caso puede sobrevivir si no logra convencer a la mayoría de que el sistema social que preconiza es el mejor o, si quiera, el menos malo”

Ludwig von Mises

La conquista del poder cultural es previa a la del poder político y esto se logra mediante la acción concertada de los intelectuales llamados “orgánicos” infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios.

Antonio Gramsci

“tenemos razón, pero poca… y la poca que tenemos no nos sirve de mucho”

Refrán popular brasilero

Esta pregunta ha estado rondando en mi cabeza desde hace tiempo, pero ayer volvió a tener más relevancia entre las cosas que intento analizar. Precisamente ayer, 15 de octubre de 2008, en El Nacional, en su encartado de economía y finanzas, al tema principal, titulado “Socialismo puro y duro” le dedicaban un análisis detallado de la postura ideológica del gobierno, en especial frente a la crisis financiera que tiene varias semanas ocurriendo en buena parte de los mercados de capitales del mundo.

Lo relevante del análisis, no era confirmar lo que desde hace tiempo viene anunciando el gobierno, su posición antimercado y su intención de implantar en el país el “Socialismo del Siglo XXI”, que a mi entender no es más que el socialismo marxista del siglo XX, pero en el siglo XXI. Lo relevante, y en buena parte aterrador, es el resultado de un estudio realizado por Ecoanalítica (ver gráfico) en donde se encontró que la mayoría de la población venezolana, esté o no a favor del actual gobierno, apoya de alguna u otra manera el discurso estatista de Hugo Chávez.

De este estudio se observa que el 80,9% de los seguidores del gobierno, llamados “chavistas” apoyan que el Estado debe dirigir y planificar la economía. Esto no debería extrañarnos. Lo que sorprende es que el 63,3% de los llamados opositores al gobierno también apoyan la misma idea. En pocas palabras, nos debatimos políticamente entre dos versiones de socialismo, el revolucionario que lo representa la administración Chávez, y el democrático que sería representado por los partidos de oposición. Y es que ni siquiera este grupo apoya el uso de un modelo mixto o lo que han llamado los socialistas de otras partes del mundo, la tercera vía. Los opositores que apoyan la tercera vía, apenas representan el 16,4%. Este resultado es lo que me ha llevado a preguntar si estamos perdidos. Y no sólo hablo de los grupos liberales con los que estoy involucrado. Me refiero al país en general.

¿Cómo pretendemos salir de Chávez y enrumbar al país hacia un mejor destino, si la mayoría de las personas acepta en mayor o menor medida que el Estado sea quien planifique nuestras vidas? Ese Estado que supuestamente la mayoría detesta, que entorpece cualquier acto de iniciativa individual pero que representa el sueño dorado, de donde la mayoría pretende alimentarse o recibir algún beneficio. Y el problema principal es que además de la tradición histórica de nuestra nación, que ha apoyado más al Estado que al individuo, aunada a los falsos mitos y creencias que tenemos sobre nosotros mismos y sobre nuestra mala situación, la mayoría de la población no conoce otra manera de vivir sino aquella en que el Estado es el centro de la vida de la sociedad.

Titánica tarea nos toca a los grupos liberales. Sean movimientos políticos o centros intelectuales. Tenemos que hacer literalmente lo que dijo el comunista Gramsci, conquistar el poder cultural antes de pensar tomar el poder político. Tenemos que difundir ideas, explicar una y mil veces las ideas de libertad que conocemos, usar ejemplos cercanos y lejanos de los resultados de la libertad, y no sólo en el ámbito económico, de manera de conseguir, tal y como dicen algunos amigos liberales, una masa crítica de ciudadanos que asuma de manera racional nuestros puntos de vista y logremos cambiar el escenario político. Y por sobre todas las cosas, dejar de ver las pequeñas islas de diferencias que hay entre nosotros y observar el ancho mar de coincidencias que compartimos.

Es la única manera para que no estemos perdidos. Por lo menos en la que yo creo.