domingo, 10 de enero de 2021

El desprecio progresista por el hombre común

El 6 de enero de 2021 sucedieron unos hechos inéditos en la política de los Estados Unidos.  A partir de una manifestación de partidario de Donald Trump a las afueras del congreso, un pequeño grupo entró en las instalaciones de esta institución de forma violenta, buscando detener el proceso de ratificación de los votos electorales.

Los Estados Unidos me sigue maravillando por la solidez de sus instituciones.  Más allá de lo que podamos pensar, de que el establishment político nunca votará o hará alguna acción para alterar el status quo que los beneficia, la idea central en lo que sucedió ayer al ratificar a Joe Biden, es que el sistema debe estar por encima de los hombres, un gobierno de leyes, no de hombres, y eso me parece loable.  Y desde mi punto de vista, fue un error de Trump pensar que en el congreso se podía revertir lo que el proceso electoral había arrojado, mas allá de las dudas razonables que existen sobre el mismo.  Dudas que son reales, pero que el equipo legal de Trump no logró que fueran aceptadas ante los tribunales.

Desde 2016 he venido apoyando a Donald Trump.  He criticado, y aún lo hago, a venezolanos que, por su aspecto populista (tal como en este episodio del politigato), repetían "es que es igual a Chávez".  El populismo puede ser de izquierdas o de derechas.  El de izquierdas siempre es más dañino, porque la izquierda siempre buscará dominar a la sociedad, ya que el proyecto de la izquierda es el socialismo.  Y el socialismo, siempre, sin importar su origen, revolucionario o democrático, siempre será totalitario, ya que dos de sus bases fundamentales tienen como objetivo "transformar" de forma total a la sociedad: control e ingeniería social.  

Viendo los hechos de ayer, en la noche escuchaba a varios analistas (todos de izquierdas, demócratas) en CNN en Español (canal de producción de noticias con un evidente sesgo progresista) en donde decían que él problema es que el discurso de Trump había calado en estados "abiertamente conservadores en donde los votantes de Trump son gente poco estudiada y "fanática".

Este razonamiento me hizo recordar algo que es muy común en la educación dirigida por el progresismo.  En mi propio país natal, Venezuela, era algo muy común, que hubiese el meta mensaje de que por haber asistido a la universidad uno era mejor que aquellos que no.  De hecho, la masificación y hasta cualquierización de los grados universitarios tienen detrás la idea de que, con el título universitario, la persona podrá automáticamente ascender socialmente y dejar de ser un "cualquiera".

Esto también pasa en los Estados Unidos.  En un artículo previo reseñaba que el proceso de adoctrinamiento en favor del progresismo y las ideas de izquierda es algo que viene ocurriendo en las universidades de Estados Unidos desde hace no menos de veinte años.  Y el adoctrinamiento no es nada más en favor del progresismo, sino en el desprecio de su propia sociedad y su propio país.

A pesar de ser un país desarrollado, los Estados Unidos sigue siendo un país mayormente rural, tradicionalista y conservador.  Ir a la universidad es, para pocos. Y es algo que más allá del costo (que ha venido incrementándose a lo largo de los años).  La riqueza de la sociedad estadounidense le ha permitido a la gente, que, aún con oficios y profesiones no universitarias, vivir con decencia y sobre todo reproducir esa riqueza.  Es muy normal, en cualquier pequeña ciudad o condado en Estados Unidos, que la gente pase toda su vida en el mismo poblado, donde desarrolla su vida, su familia y su oficio.  Oficios que llenan de orgullo a la gente.

Pero la educación progresista inculca que es deshonroso el trabajo, los oficios no universitarios.  Eso mismo me di cuenta cuando, en una de mis experiencias estudiantiles fuera de Venezuela, encontraba que mis compañeros de estudio no tenían ningún problema en trabajar en oficios como meseros o ayudantes de limpieza, mientras ganaban experiencia en su profesión.  Algo, que en mi país, sería una deshonra.  En mi país, como en buena parte de Latinoamérica, hay oficios para determinadas clases sociales.

En la película Grown ups 2 (titulada en español, Son como niños 2), la trama gira en torno al retorno del protagonista a su pueblo natal, luego de alejarse de su trabajo en Hollywood en una ciudad tan agitada como Los Ángeles.  Pero ahora en el pueblo hay una facultad de una universidad, por lo que en el pueblo conviven universitarios que no son originarios del mismo.  En una escena donde el protagonista y sus amigos quieren disfrutar de un lago que habitualmente visitaban desde niños, llegan estos universitarios a mofarse y burlarse de que "son albañiles atascados en un pueblucho por el resto de sus vidas"




Esta deformación de la educación me parece deplorable.  Hace algún tiempo lo veía en las opiniones de una persona en el muro de Facebook de una conocida venezolana,  progresista para mas señas, que se quejaba del resultado de unas elecciones en Florida, en donde ella deseaba que estos "incultos" que votan tenían sus días contados ya que las nuevas generaciones estarían más educadas.  Esta misma conocida, luego de los resultados electorales, hacía una correlación entre los condados con más contagios de COVID y aquellos condados que habían votado más a Donald Trump, dejando entrever que eran unos incultos.

Lamentablemente esta idea "progresista" está muy extendida en la mente de la gente. Y es buena causa del conflicto actual en los Estados Unidos.  Y si el nuevo gobierno demócrata lleva a cabo una de sus promesas, condonar los préstamos estudiantiles con dinero de los contribuyentes, muchos de ellos no universitarios, va a seguir alimentando este conflicto.

Mientras el progresismo, tanto como el socialismo, sean ideas respetables, evaluadas por sus "buenas" intenciones, mantendremos conflicto en la sociedad.  Y populistas se aprovecharán de ese conflicto para llegar a la gente y acceder al poder, para bien o para mal.


No hay comentarios.: