martes, 23 de agosto de 2011

Que vaina tan jodida es ser liberal

Hace unos días compartí un artículo de Gabriel Boraigna llamado ¿puede el capitalismo explicarse en pocas líneas?. La idea del artículo se puede resumir en esta oración: saber que cosa en realidad es el capitalismo lleva muchos años de estudio, meditación y análisis serio de sus postulados. No hay cosa mas cierta que eso.

Hasta hace unos años yo era lo que se puede decir un liberal intuitivo aunque no lo sabía. Me gustaba el capitalismo, pero después de años formado en el pensamiento único (el socialismo democrático, el estado benefactor, la economía mixta y el relativismo), compartía mucho de sus postulados políticamente correctos.

Al descubrir las ideas liberales, de la mano de mi buen amigo y profesor, Hugo Faría, entendí que debía estudiar y aprender los postulados sobre los que descansa el capitalismo y la sociedad abierta para poder argumentar y defenderlos de sus múltiples enemigos. En economía descubrí a Friedman, Hayek, Mises, Rothbard, Huerta, Boettke; en filosofía descubrí a Ayn Rand, John Locke, David Hume; en política al mismo Hayek, a Ron Paul, Hans-Hermann Hoppe y otros tantos. Puedo decir que este viaje intelectual ha sido gratificante (en cuanto a crecimiento personal) y frustrante (cuando uno ve que el mundo va en sentido contrario) a la vez.

Cada vez que estudio o descubro nuevos principios acerca de la sociedad abierta, dicho descubrimiento me lleva a otros argumentos y de ahí a otros más, tanto que se uno va contruyendo una amplia red de conocimientos. Pero en la medida que aprendo esos principios, encuentro una cantidad increible de argumentos en contra, críticas (con o sin sentido) y/o descalificaciones acerca de las ideas que sostienen al capitalismo y a la sociedad abierta. Es lo que llamaba Mises, la mentalidad anticapitalista.

Es increible que las ideas contrarias a la sociedad abierta no tienen tal nivel de escrutinio. El socialismo planteado por Marx ha sido refutado una y mil veces. De la teoría (en donde Böhm-Bawerk y Mises fueron implacables) a la práctica (en el mundo real, la experiencia demostró que todas las conclusiones y pronósticos de Marx eran falsos); y sin embargo aún en el siglo XXI siguen habiendo seguidores y defensores del socialismo marxista. Lo mismo sucede con el keynesianismo. En los años 30 del siglo XX, parecía que era la solución a la "grave crisis del capitalismo". Tanto fue difundida esa idea, que hoy, incluso supuestos defensores del capitalismo, dicen que Keynes y su teoría "salvaron" al capitalismo de su destrucción. La teoría (con Hayek a la cabeza) y la práctica (los períodos resultantes de estanflación) demostraron lo contrario; y aún hoy se sigue enseñando la teoría de Lord Keynes como válida y tiene una pléyade de defensores (con Paul Krugman a la cabeza). Todo lo contrario a lo que sucede con las ideas de la libertad; la Escuela Austríaca y su Teoría del Ciclo Económico son llamadas "pseudocientíficas"; al objetivismo se le llama "secta religiosa" y al liberalismo "religión". Cuando es precisamente todo lo contrario. Y con esto no estoy diciendo, de ninguna manera, que tales ideas no tengan errores, inconsistencias o defectos.

Todas las corrientes liberales, sean políticas (gobierno limitado, minarquismo, anarcocapitalismo), económicas (escuela de Chicago o escuela austríaca) o filosóficas (objetivismo, ley natural) invitan a hacer algo que a la mayoría de la gente no le gusta: pensar, razonar. Las ideas liberales no ofrecen una respuesta para cada problema de la vida, invitan a que cada persona las encuentre por si mismo. Invitan a que cada persona use la razón y busque la felicidad. Pero la mayoría de la gente prefiere lo contrario, evadirse de la realidad y no usar la razón.

A los liberales se nos llama radicales (que en realidad significa que queremos resolver los problemas de raíz) por ir en contra de lo políticamente "correcto". Se nos acusa de "dogmáticos", a pesar de que estamos en un constante discutir y descubrimiento de nuevas formas de defender la libertad. Se nos llama fanáticos, a pesar de que invitamos a la gente a que piense. Y finalmente se los acusa de tener la culpa de todas las crisis económicas y sociales del mundo (no por nada mi buen amigo Álvaro Lodares llamó a uno de sus libros "Cartas de un Culpable Liberal"), a pesar que vivimos señalando que la causa de las crisis están en los gobiernos y su intervención y no en el capitalismo y la libertad.

Pero a pesar de lo difícil, o más bien, lo jodido que significa ser liberal, prefiero seguirlo siendo, prefiero seguir pensando.

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